Las fundadoras de MATUN, Roberta y Xenia, sabían que la simplicidad, la vuelta a los básicos y a las comunidades, estaba extendiéndose en la industria de la belleza, y aún más en torno a los ingredientes: limpios, naturales, libres de químicos y de crueldad ambiental. Hablando de sus sueños, sus valores y su profundo respeto por el medio ambiente, decidieron intentarlo. Finalmente, eran dos personas en el momento adecuado de su vida y con un espíritu emprendedor. La planeación les llevó meses, enamoradas siempre de México, de su gente y tradiciones y, sobre todo, de Chiapas, base de la marca y su esencia. Sabían lo que tenían que hacer: crear una marca 100% y orgullosamente mexicana.

Su idea siempre fue crear algo simple, bueno para la piel y bueno para el medio ambiente, encontrar el balance perfecto. Querían menos, pero mucho mejor: una marca consciente, desarrollada a base de ingredientes orgánicos y producida por mujeres. Lo verdaderamente importante era desarrollar tratamientos para el rostro que funcionen, sostenibles, limpios y locales. Combinaron lo mejor para el cuidado de la piel y una rutina con intención, alejada de géneros, simplificando aún más las cosas.